Cuando se escribe, la pluma gira sola, deletrea cada verso con voz propia, con una fuerza universal como un río en pleno deshielo. Por eso que sin conocer a Nabila, el dolor universal fue el motor que nos unió y se transformó en poesía, en décimas, para ser leídas al mundo.
Todo nació de forma espontánea, y en la responsabilidad de hacerse cargo de lo que se escribe, el trabajo de recopilar décimas de distintos poetas, hombres y mujeres, nos llevó a encordelarlas y plasmarlas fuera de la posta central, e incluso vociferarlas públicamente a mujeres, niñ@s y transeúntes en hora punta. Fue tanta la pasión que sabemos que de alguna manera, estas décimas llegaron hasta la pieza de Nabila.
Agradecimientos especiales a cada uno de los escritores y escritoras que firman las décimas, y en particular a Andrés Aylwin que sin su técnica en diagramación y, sobretodo, por su noble corazón y apañamiento en esta "locura", nada de esto hubiera sido posible.